jueves, 25 de diciembre de 2014

Felices Fiestas !!!

Bueno pues...como yo siempre digo “mejor tarde que nunca”, además ¿que mejor día para hacer una ultima entrada que el día de navidad?

En primer lugar, decir que aunque no me tocó ir el lunes (15) a la escuela infantil, si que fui el jueves junto con todos mis compañeros, para realizar los talleres que teníamos previstos, íbamos todos con mucha ilusión, y con mucha esperanza de que todo saliera bien y sobre todo lo mas importante, que a esos “locos bajitos” les gustara y pasaran un buen rato con nosotros.

Teníamos previstos dos talleres, el primero (didáctica de la educación infantil) trataba de hacer collares con todo tipo de accesorios, como pasta (macarrones), figuras de goma eva (corazones, círculos, cuadrados, luna etc.).
En mi grupo éramos 4 y cada una nos sentamos en una mesa con un grupo de niños, allí les pusimos en el centro de la mesa todos los materiales para que ellos solos pudieran hacer sus propias creaciones y así luego podérselas regalar a sus mamas. 
Fuimos a dos edades de 3 y 4 años, aunque solo varíe un año se notaba bastante la diferencia, los de 4 eran mucho mas independientes a los de 3 les ayudamos un poquito mas.
Les gustó mucho, hicieron unos collares muy bonitos, mientra iban diciendo: “¡a mi mama le va a gustar mucho!.
Lo que más me llamo la atención fue un niño de 3 años que estaba haciendo el collar solo con cuadrados azules, le ofrecí otras formas y otros colores, pero aquel niño solo quería hacer su collar de cuadrados azules.
A todos les gustó mucho y todos acabaron con su collar colgado junto con una sonrisa en la cara.


Mas tarde realizamos el otro taller (Autonomía personal y salud infantil), en el que se trataba de hacer marionetas con calcetines, esas marionetas eran alimentos de los que teníamos que explicar a los niños para que eran buenos, sus nutrientes, para que eran perjudiciales, etc.
En mi grupo éramos 3, la leche, el huevo y yo que era el trigo, esta actividad la hicimos en el patio ya que los niños más pequeños aún estaban en el recreo.

También nos lo pasamos muy bien, los niños incluso se divirtieron mas, al poder estar al aire libre, aprendieron mucho, y al terminar nos hicimos todos  una foto con ellos.


Bueno respecto a estas dos actividades, tengo que decir que me gustaron mucho y sobre todo nos sirven mucho a nosotros los alumnos para darnos cuenta de la labor tan difícil que hacen los educadores día a día.

En segundo lugar quiero hablaros del “juego” de los christmas, en el que todos teníamos que regalar uno a un compañero o a un profesor según te tocara y viceversa.
Al principio empezó la cosa mal, ya que me quede sin ninguno, después un profesor vino y me dio uno (aunque no era el que me correspondía), mas tarde aunque ya tenia uno, dos compañeras me dieron otro, y posteriormente recibí otro de otro profesor.
Tengo que decir que el ultimo fue el que mas me gusto, ya que era personalizado *_* y aquí os lo dejo para que lo podáis ver y leer.



Bueno pues con esto cierro mi última entrada del año, espero que os haya gustado.

FELIZ NAVIDAD Y PROSPERO AÑO NUEVO 2015!!! 

domingo, 14 de diciembre de 2014

¿Habéis intentado dormir con un bebé? Entonces esto os resultará familiar…

Esther Anderson es una madre que ha hecho famosa una escena habitual de la maternidad (y paternidad) compartiendo un vídeo en YouTube que desde el 2 de diciembre ya cuenta con más de 5 millones de visitas. Los que son padres conocerán muy bien lo que supone intentar descansar con su pequeño al lado. Saben que a no ser que éste haya decidido dormir, nadie en un radio de 10 metros a la redonde dormirá. Ellos mandan, son los jefes de la casa, y desde que llegan deciden cómo serán tus horas de sueño desde entonces.

Cada mañana mi bebé duerme en la cama conmigo durante un par de horas después de que se despierte para desayunar. Y cada mañana me pregunto por qué lo vuelvo a dejar de nuevo en su cuna… Para que todo el mundo conozca mi odisea la he grabado con el teléfono. Creo que no estoy sola en esto.- Dice Esther.






lunes, 1 de diciembre de 2014

Pobreza infantil en España: el drama que no queremos ver...


Uno de cada tres niños en España vive al borde de la pobreza o la exclusión social. Son tres millones, pero nadie parece verlos. En Europa, apenas Rumanía nos supera en esta trágica estadística.¿dónde están sus derechos? Vivienda, educación, alimentación...

La historia de Hugo
Cuando Hugo abre el frigorífico, sabe lo que va a encontrar: yogures, leche, un cartón de huevos y un blíster de embutido. Y pare usted de contar.
Eso con suerte. Su madre, Paloma, trabajaba como dependienta en un comercio, pero la despidieron con la crisis y ahora se dedica a la venta ambulante. «En los días buenos gano 10 euros; en los malos, nada», cuenta. Con esos 10 euros se tiene que apañar para alimentar a Hugo, de 4 años, y a sus dos hijas mayores (Ana, 16; y Andrea, 11). 
Viven en una capital de provincia. El padre ni está, ni se lo espera ni aporta nada.«La dieta básica de los niños es el menú escolar para los dos pequeños (ambos tienen beca, costeada en parte por el colegio) y el del comedor social para la mayor». Al comedor social van juntas, madre e hija. A veces también acuden a por alguna bolsa a Cáritas. «En casa, todas las combinaciones son de pan, mortadela, huevos y patatas».
Los profesores saben que, algunas mañanas, Hugo y Andrea llegan a clase con el estómago vacío.La madre acumula recibos sin pagar: varios son de la hipoteca (150 euros) y otros de la comunidad. Lo peor es la luz y el agua. En total acumula unos retrasos de más de 2000 euros. «Lo primero es comer», se justifica Paloma. Y la deuda sigue aumentando... «hasta que corten los contadores y acabe en la calle con los niños o en algún piso de acogida». Paloma pidió ayuda a su Ayuntamiento. «La respuesta que me dio la trabajadora social fue que había mucha gente como yo y no se puede ayudar a todos».Hugo apenas tiene edad para entender, Andrea es la que está más desconcertada. Pero Ana, la mayor, parece haber asumido la responsabilidad. Ayuda a su madre en el puesto ambulante. «Lo ideal sería que mi madre encontrase trabajo. Y que no se matase tanto en buscarse la vida. Lo que peor llevo es que mi madre esté triste y nerviosa por el dinero». ¿El futuro? «Me gustaría ser un montón de cosas, no sé, pero no puedo concentrarme en estudiar con todo esto», reconoce Ana.
La historia de Lara
Lara, de 11 años, ganó un premio en un campeonato escolar: 30 euros en metálico
Se los dio a su madre enseguida. «Toma, mamá, para que pagues la factura del agua», le dijo. Su madre se quedó helada. Lara explica: «Mamá me miró con una cara muy rara cuando se lo di. Se puso a cuchichear con la abuela. Pensaban que yo no me enteraba... Pero necesitamos dinero para pagar las facturas». Lara y su hermano Carlos, de 8 años son buenos estudiantes. Niños responsables. Comen en el colegio becados extraoficialmente por el propio centro. Y los gastos de vestuario, material y actividades extraescolares son sufragados por Save the Children. Cuando se aproximan las vacaciones, profesores y padres del colegio se juntan para hacer una compra grande en el supermercado y que no les falte comida cuando no van a clase.
Llegaron a España con su madre hace 8 años. Lara estaba a punto de cumplir 4 y apenas pesaba 9 kilos; Carlos era un bebé y tenía un tímpano dañado por una infección. Durmieron los tres en la misma cama de 90 centímetros durante años. La madre trabajaba como empleada de hogar, por horas. Casi nunca la dieron de alta en la Seguridad Social. La situación era difícil, pero sostenible, hasta que se quedó sin empleo. Trató de regularizar su situación, pero el tiempo de cotización que acumuló no fue suficiente para lograrlo y hoy se encuentra en situación irregular. «Salgo a buscar trabajo, pero es peligroso. La Policía me ha parado varias veces para pedirme la documentación. Siento miedo todo el tiempo y mis hijos también, de perderme, soy lo único que tienen». Su situación administrativa la excluye del derecho a la asistencia sanitaria que no se deba a una urgencia.
Según datos de Eurostat, España se sitúa en segundo lugar, solo después de Rumanía, como el país europeo con mayor número de niños en riesgo de pobreza o exclusión. Save the children atiende diariamente a 5000. Pero hay casi tres millones. La familia de Lara sufre un doble estigma. El primero: es monoparental; el 45 por ciento de los niños que viven en familias monoparentales sufren exclusión. Y el segundo: al menos uno de los progenitores es extranjero. La pobreza acecha a la mitad de los hijos de inmigrantes.
Ahora, Lara y su familia viven en el extrarradio de una gran ciudad en un piso de alquiler. Les han cortado varias veces la luz. Los servicios sociales les han comunicado que no pueden prestarles ayudas económicas, solo atención psicológica. «Voy y me escuchan... sí, algo me ayuda poder hablar», cuenta la madre. Lara es una niña fuerte, pero a veces estalla y no puede parar de llorar. Ha vuelto a dormir con su madre. «Es que también llora en sueños y así estoy a su lado cuando se despierta».
La historia de Lucas
Lucas tiene un sueño y un plan B. Su sueño es el típico de un niño: ser futbolista.
Juega en el equipo del barrio y sus abuelas le pagan la ficha (150 euros al año) y la equipación. Pero si su sueño no se cumple, Lucas tiene una alternativa. Y no es la típica de un niño. «Bueno, con tal de que haya trabajo, ¡trabajar de lo que sea!». ¿Por qué Lucas ha bajado tanto el listón de sus expectativas a la edad en que los críos sueñan con comerse el mundo? Porque ha interiorizado que es el mundo el que se come crudas las ilusiones, no al revés. Una dolorosa lección de la crisis, que ha golpeado de lleno a su familia. Lucas tiene 11 años y su hermana, Eva, 4. Sus padres, Juan y Carmen, fueron propietarios de tiendas de alimentación. «Hasta 2008 vivíamos bien, muy bien. Incluso nos compramos un apartamento en la playa. Otro crédito hipotecario, sumado al de nuestra vivienda... Fue un error. ¿De verdad que las cosas funcionan así? ¿Nos equivocamos y son nuestros hijos los que pagan por ello?», se pregunta Carmen, la madre.
Cuando las ventas bajaron, cerraron las tiendas y Juan buscó otro trabajo, pero la empresa a la que facturaba como autónomo quebró. No pudieron con las dos hipotecas y con las cuotas a la Agencia Tributaria y la Seguridad Social. «Por esta deuda con la Administración nos deniegan cualquier subvención. Perdimos las becas de comedor, casi cien euros al mes por niño».
Los desahuciaron. «Eva tenía meses y ni se enteró; Lucas sí, tenía 7 años. Procuramos que no se den cuenta de las dificultades, pero no es fácil, sobre todo con Lucas, que ha pasado de tenerlo todo a esto... Ahora es más contestón. Ha repetido curso».Se mudaron cerca para que Lucas no tuviese que cambiar de colegio y no perdiese a sus amigos, pero pronto no pudieron pagar los 650 euros de alquiler. «Mi marido encontró trabajo rápido, pero solo cobra 850 euros y se nos iba casi toda la nómina (embargada en parte), más los recibos de agua, luz, gas... Y hay que dar de comer a dos niños pequeños». Cambiaron de ciudad. «Ahora pagamos 500 y, bueno, con mucho apoyo familiar podemos seguir adelante, aunque a veces nos cortan la luz por falta de pago».
No reciben ningún tipo de ayuda pública porque el sueldo del padre es superior al salario mínimo. «Nos hemos callado esto... por vergüenza. No queremos que nos tengan lástima. Queremos trabajar y salir adelante, como hemos hecho siempre. Pero tenemos una deuda con el banco de 200.000 euros que nunca vamos a poder pagar».

La pobreza infantil es una realidad, pero es una realidad poco visible», denuncia Andrés Conde, director de Save the Children. Ojos que no ven... Esa invisibilidad se traduce en recortes en políticas sociales. España es el segundo país europeo que menor capacidad tiene para reducir la pobreza infantil a través de sus ayudas públicas. No es extraño si se tiene en cuenta que nuestro país solo destina 150 euros de media por habitante a estas ayudas, cuando en la UE se dedican unos 300 euros y en Francia se superan los 500 (Eurostat).Unicef, Save the Children y otros piden un pacto de Estado urgente contra la pobreza infantil que se sustancie en los Presupuestos Generales. «Los niños no pueden esperar a la recuperación económica», resume Conde.

Y así por desgracia podríamos seguir con millones de historias mas...
Estas historias me han parecido espeluznantes, se te pone la piel de gallina a medida que vas leyendo las desgracias que sufren los niños sin quererlo y sin beberlo, solo por la mala suerte de sus padres en algunos casos o la mala cabeza de estos en otros muchos.
Deberíamos sentirnos privilegiados, por tener un plato de comida cada día en en la mesa o una higiene y una vivienda adecuada, son hechos que consideramos normales, porque nunca nos ha faltado, pero que en gran parte del mundo mucha gente no tiene esa suerte.